En el proceso de la formación integral de las personas, el aspecto ético moral tiene una importancia relevante ya que de ello depende el buen desarrollo de los programas de vida de las personas.

 Ésta disciplina ayuda al educador al facilitar la enseñanza y el aprendizaje de comportamientos deseables desde el punto de vista social. Esto implica el reconocimiento de que en la actividad docente hay una carga inmensa de contenidos de orden ético. 

El aporte de la ética en el campo de la Didáctica constituye una superación del acento hipertrofiado en los contenidos conceptuales del “saber hacer”. Sin desconocer la importancia de aspectos tales como la programación o la evaluación, la ética ayuda a reforzar el vínculo entre la teoría y la práctica docente por el acento que coloca en una práctica (guiada por la finalidad de desarrollo de hábitos de convivialidad, tolerancia y responsabilidad) con basamentos teórico-críticos individuales.